Un plan económico sin plan estratégico, no sirve para nada
El lector habrá escuchado en diferentes oportunidades que la argentina necesita un plan económico que brinde lineamientos básicos para que la gente, los emprendedores y las empresas, encuentren “algo de previsibilidad” y puedan organizar sus actividades con un horizonte más claro en el tiempo.
Mg. Claudio M. Pizzi*
Por otro lado, también se ha escuchado a algunos referentes del oficialismo y la oposición decir que nuestro país requiere “consenso” sobre al menos una decena de “políticas de estado”.
Para la política argentina como sistema, “fidelizar votantes” significa “entregar beneficios sin inventario de costos”. Es así como de los últimos 60 años, se vivieron 54 bajo déficit fiscal, sosteniendo la entrega de “beneficios teóricos” apalancándose en la producción de dinero sin respaldo. La pregunta entonces sería la siguiente: ¿cómo se puede llegar al consenso sobre estos temas si la política es un juego de “suma cero” en donde para que uno gane, el otro tiene que perder?
Argentina cerró el 2021 con una inflación del 51%, y en el 2022 se proyecta por encima del 60%. 4 de cada 10 personas son pobres. 1 de cada 10 es indigente. Hace diez años que la economía argentina no crece de forma sostenida. El PBI per cápita sufrió una reducción en el período 2011 – 2019 del 12%. Si en los próximos 10 años alcanzara una tasa de crecimiento promedio del 2,5%, se proyecta una recuperación del PBI del 2011 recién para el año 2032 según datos de ecolatina.
El sistema político actual construido desde la década del 80 hasta la fecha, ha llevado a la sociedad del populismo al ajuste y del ajuste al populismo y esto se refleja en la economía. Por otro lado, ha caído la calidad de la educación, la cultura general y como consecuencia de ello la sociedad se ha sumido en una crisis de principios y valores, terminando por aceptar el statu quo local.
La pregunta en estas circunstancias sería, ¿qué plan económico podría funcionar en la argentina con estas condiciones de base?, la respuesta se cae de madura. Es difícil encontrar en el mundo una correlación que nos muestre “una economía pujante proveniente de una sociedad insana que se resquebraja”.
La ciencia económica ha aportado a lo largo de las diferentes revoluciones industriales, una serie de herramientas, modelos de gestión, teorías de gran utilidad tanto para organizaciones pymes, multinacionales como países. El éxito de su aplicación requiere de un “norte”, de tener en claro hacia dónde se quiere ir como macro organización. Los argentinos no hemos podido definir con claridad “que tipo de país queremos”, por lo tanto, difícilmente podamos concebir un “plan económico” que no sea de “supervivencia”. Las empresas locales reflejan el mismo criterio cuando arman sus presupuestos y proyectan las inversiones. Si no tenemos claro hacia dónde queremos ir, ¿qué sentido tiene plantear la necesidad de ponernos de acuerdo para construir un camino?
Es por ello que un plan económico, no es “nada” sin un plan estratégico. Para armar este último debemos tener en claro sus elementos constituyentes como la “visión, la misión (que hacemos), la estrategia, para lograrla en un tiempo que excede el plazo de un gobierno. Una vez que identificamos hacia donde esta nuestro norte, tanto en nuestro país como en los emprendimientos y las empresas que dirigimos, lo siguiente es definir con qué tipo de valores, de cultura (que somos y como lo hacemos), de infraestructura y procesos tendremos que recorrer ese camino. Tomando en cuenta que las capacidades y cualidades que hoy tenemos, no serán suficientes para lograr esa visión y mucho menos para sostenernos en el objetivo, luego de haberlo logrado.
Mientras en el mundo se compite apostando a la productividad, la creatividad, la innovación y la tecnología, en argentina seguimos discutiendo si la “culpa de todos nuestros males la tiene el FMI, la izquierda, la derecha o las grandes corporaciones. Seguimos buscando excusas y justificaciones para no enfrentarnos con la verdad.
Se decía hace algún tiempo que en el mundo hay 4 tipos de países. Los desarrollados, los subdesarrollados, Japón y la Argentina. Japón porque con “casi nada lo tiene casi todo”, y nosotros, por representar su opuesto. Un país pobre con un PBI considerable con capacidad para alimentar a 500 millones de personas.
Un plan económico sin rigor estratégico, no va a salvar a la argentina. Debe representar nuestro deseo de alcanzar el desarrollo, la voluntad para vencer las propias limitaciones. Debe plasmar en números la actitud para tomar la decisión de querer ser mejores y probarlo ante el mundo.
Un mundo que espera década tras década una nueva decepción disfrazada de default financiero, o algún indicio serio de recuperación hacia el milagro japonés made in argentina.
Director de la consultora dorbaires www.dorbaires.com
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