Recursos Humanos: ¿Por qué no todos somos creativos?
Escuchamos por estos días, que uno de nuestros principales recursos a utilizar para salir del pozo es la creatividad. Empresarios, economistas y comerciantes se ponen de acuerdo en situar a esta competencia casi como el factor superador de esta crisis.
Por Ps. Gustavo Giorgi
Desde mi perspectiva como psicólogo organizacional insisto desde hace mucho tiempo en la necesidad de fomentar, en todos los colaboradores que forman parte de una compañía, la generación de propuestas capaces de lograr metodologías y productos innovadores. Sin embargo, la pregunta que se impone es la de si todas las personas cuentan, verdaderamente, con material disponible para idear cosas diferentes a las ya realizadas.
Y la respuesta es unívoca: Sí. Absolutamente todos poseemos recursos simbólicos tales que permiten la producción de nuevos pensamientos.
Es cierto también que no en todos se encuentra el mismo bagaje. En algunos casos es más nutrido que en otros, pero esto no implica la ejecución de un acto creativo sino en todo caso la potencia de realizarlo.
Y es aquí en donde estriba el nudo de esta cuestión. ¿Por qué, si cualquiera es creativo, sólo algunos se destacan en este terreno? ¿Por qué a pesar de que muchas organizaciones instan a su personal a la mejora continua, encuentran sólo en ciertos colaboradores una respuesta eficaz ante este pedido?
El motivo por el cual no hallamos ideas nuevas en todas las personas puede ser explicado por distintas vías; de tal forma, empecemos:
a. A cada hemisferio cerebral podemos hacerlo cargo de determinados bloqueos que conspiran contra la creatividad. Sólo por mencionar los principales, citaremos entre los emocionales (derecho) el temor a fracasar y dentro de los racionales (izquierdo) el hecho de no aceptar ambigüedades.
b. Según el psicoanálisis, el inconsciente no siempre eyecta lo que contiene de manera franca. Las más de las veces lo hace por medio de transliteraciones que deforman, sustituyen, desfiguran o directamente eliminan su representación. Así las cosas, se hace necesario sortear el imperio de la censura que ejerce la conciencia sobre aquel. Entonces, la respuesta a nuestra pregunta la encontramos, de cualquier manera,en la presencia de las críticas. Son éstas una de las principales causas por las cuales no es dable encontrar con facilidad sujetos en quienes la creatividad fluya.
En todos opera una instancia (llámese hemisferio derecho o superyó) cuya principal función es juzgar(nos). De ahí se sigue el casi inexplicable miedo constante a fracasar, al error o al qué dirán si pienso que algo puede ser blanco y negro a la vez, o crisis y oportunidad simultáneamente.
Las empresas, ávidas de lograr innovaciones a partir de las sugerencias de sus empleados; los empresarios que desean sortear esta coyuntura global y los economistas, prestos a otorgar salidas deben estar advertidos de que están luchando con dos oponentes de cuantía. El primero, constituido por nuestros bloqueos personales. Y el segundo, compuesto por la mirada enjuiciadora de los demás, que se ampara en otra más despiadada aún: la propia.
Al empresario le sugerimos insistir siempre una vez más a su trabajador, creando las condiciones propicias para que las ideas conozcan un territorio amable en el cual posarse. Los sistemas de incentivos; la formación de equipos de proyecto; una estructura de liderazgo que busque el desarrollo del personal son algunos de los ejes a utilizar.
Al empleado: que no abandone. Que no se deje guiar por la tentación de la inercia y la comodidad del para qué, porque la única manera de cambiar un estado de cosas que genera malestar está en uno mismo. Si uno confía en sus potencialidades podrá traducir en acto su valor agregado personal.
Y a los economistas, no olviden que su ciencia es social y que es preciso darle a las emociones el lugar que de suyo le corresponden. Y que el mejor análisis (competencia del hemisferio derecho) conlleva como condición sine qua non, una síntesis (función del hemisferio derecho) equivalente.