Opinión
Primero Yo, Primero los Otros
De verdad… ¿Cuántas veces te escuchaste diciendo: “Tengo que prestar más atención a lo que le pasa a los otros…”?
Inclusive, pensar que la empatía no es algo que se te dé naturalmente.
Ahora bien: ¿Por qué hay personas con mayor predisposición (o solvencia digámosle así) que otras para conectarse a nivel emocional con los demás?
Debemos buscar la respuesta en nosotros mismos.
Dicho de otra manera: No es posible conectar con los demás si antes no conectamos con nuestras propias emociones.
Ese camino implica un desafío en sí mismo y solo los valientes se atreven a recorrerlo.
Hablar de nuestras emociones es animarse a nuestros fantasmas. A las preguntas sin respuesta inmediata. A crear nuestro propio ADN, diferente al de todos y sin copiar a nadie.
Aquellos aventureros que se la juegan a explorar estos terrenos a veces escarpados y otras veces más lisitos, descubren que sus conductas son la cáscara que encubre rasgos más profundos. Creencias, modos de ver la realidad, juicios previos, valoraciones morales, percepciones…
Acceder al fondo de nuestra individualidad es imposible.
Freud hablaba de una roca dura, al imaginar el carozo de nuestro inconsciente y con esta metáfora quería ilustrarnos respecto de un límite infranqueable (años más tarde diría Lacan que en este “más allá” se encuentra el registro de lo Real, incapaz de ser nombrado).
Sin embargo, y tal como sucede con tantas otras cosas, aunque no podamos nunca tocar el sol, podemos dirigirnos hacia él. Buscarlo y estar más cerca.
De eso se trata la vía hacia el autoconocimiento. De un recorrido de descubrimiento posibilitante hacia el interior.
Los humanos tenemos una cualidad única y es la de preguntar(nos).
La curiosidad, orientada a saber por qué pasa lo que pasa bien puede ser direccionada de afuera hacia adentro.
Pretensión de saber que tiene como principal herramienta a la pregunta.
¿Y qué miedito, no?
En un mundo en el que sobran las respuestas, animarse a los interrogantes resulta subversivo.
Las emociones son una mezcla confusa de sensaciones corporales con ideas asociadas.
Son solo seis las que vienen de fábrica y se vinculan con necesidades de supervivencia (enojo, tristeza, alegría, asombro, asco y miedo) ... Toooodas las demás son “aprendidas” aunque debería decir en términos más precisos que son el producto de nuestras experiencias.
¿Lo que sentimos tiene que ver con lo que vivimos en algún momento?
Definitivamente.
Para desovillar esa madeja y explicar las razones de nuestras respuestas emocionales debemos ir a su origen, o de mínima, acercarnos lo más posible.
Mismo hecho ante dos personas = Dos respuestas emocionales.
Pasa lo mismo pero no nos pasa lo mismo.
¿Inquietante?
¿No somos todos iguales, acaso?
Sí, en cuanto a constitución biológica.
No, respecto de nuestra constitución subjetiva.
Nos hacemos sujetos a partir de la pura diferencia con los demás y la individualidad plena viene marcada por nuestras experiencias y sus ideas acopladas.
Nuestras profundas emociones solo pueden ser sentidas y pensadas por su portador y por eso resulta clave que sepamos de qué se tratan.
Encontrar la explicación para nuestros rencores, resentimientos, luchas sin sentido, afán de justicia, reclamos y querellas permanentes hacia las figuras de autoridad entre tantas otras, nos permiten un real y sostenible bienestar anímico.
Luego, y solo desde allí, se producirá el mágico fenómeno de la conexión emocional con los demás.
La empatía es una consecuencia del autoconocimiento.
¿Y qué significa conectar con los demás?
Es poner al otro en primer lugar.
Escucharlo sin juicios morales ni valorativos.
Recibir abiertamente lo que dice.
Dar valor a sus palabras.
No querer solucionarle los problemas, como por arte de magia.
Soportar el silencio y las pausas. Las contradicciones y los contrasentidos.
No corregir.
No ponerse de ejemplo.
Prestarle atención, sin sentir la obligación de responder de forma inteligente… o útil… (¿coincidís conmigo en el mal que le hizo este último concepto a la humanidad, obligándola a despreciar todo lo supuestamente inútil…?)
Finalmente, pienso que la conexión emocional consiste en darse a recibir.