Porqué esta crisis no es comparable a la de 2001
Estamos soportando una crisis, que no estaba en los cálculos de nadie y que sorprendió tanto a gobierno como a gobernados.
Ing. Alberto Bottai
Las causas son bastante conocidas: la mala cosecha por la sequía impactó más de lo esperado, el aumento de las tasas de interés internacionales perjudicó la economía frágil de un país que necesita crédito y ya comenzada la corrida, aparecen los cuadernos que terminan generando una serie de testimonios que dejan bien en claro el grado de corrupción padecido por nuestro país, que si bien marca una diferencia con el gobierno actual, lejos de favorecerlo lo perjudica porque ubica a la Argentina en el primer puesto en gobiernos corruptos. Con el ruido que genera esta noticia es muy difícil atraer capitales extranjeros que no prestan atención de quien es la culpa y sencillamente buscan otro lugar para invertir hasta que no quede probado absolutamente lo contrario.
Tampoco creo que este gobierno no haya cometido errores, pero soy muy cuidadoso al momento de criticar porque:
1) Con el diario del lunes es más fácil decir que había que hacer.
2) Además, hoy no esto seguro de que una política de shock hubiera sido acertada en un país acostumbrado a los subsidios, a la jubilación sin aportes, a no pagar por lo que se consume, es decir a un bienestar que era real pero no sostenible.
En otras palabras, como explicar al país que el rumbo está bien si vivimos peor. Nadie quiere abrir el paraguas hasta que no llega la lluvia.
Pero ahora ha quedado claro, para la gran mayoría, que estábamos gastando más de lo que producíamos y que ésta es la causa fundamental de la gran devaluación de nuestra moneda. Y en este contexto, el presidente redobla la apuesta y realiza un ajuste superior a lo comprometido con el Fondo Monetario y planifica reducir a cero el déficit primario en el 2019 en lugar de bajarlo al 1.3% pactado, dando clara señal de se pretende solucionar el problema de raíz.
Aunque ya está próximo el año electoral, sin titubeos hace lo que hay que hacer, muchas veces dicho pero pocas realizado. Creo que hoy tiene más chances de que los argentinos lo acompañemos cuando busca solucionar una crisis que estamos padeciendo y que antes no creímos que iba a ocurrir.
También está claro que esta decisión del gobierno no es acompañada por la oposición, que en forma velada o directa no deja de poner palos en la rueda, resistiendo el cambio.
Pero hagamos algunas comparaciones con la crisis del 2001. En esa oportunidad, el dólar pasó de $1 a tocar $4,20. Si aplicamos esa relación sobre el dólar de $20 que teníamos cuando comenzó la corrida, hoy correspondería un dólar de $80,40 y solo se llegó a la mitad de esa cifra. Pero aquella ocasión había una crisis política, hoy tenemos un gobierno con un plan, con reservas y con fuerte apoyo internacional.
El gobierno no cambia el rumbo, ni siquiera sus ministros, pero muestra los números que le permitirán llegar a finalizar su mandato y generar un cambio duradero en la economía del País.
En este contexto y en lo referente a la actividad inmobiliaria, en 2002 solo se hacían operaciones para salir del corralito. Los ciudadanos no querían invertir, ni aun pagando en dólares 1/3 de lo que costaba en 2001, mientras que hoy, con cautela y tratando de aprovechar el momento y lograr una ventaja, los argentinos están interesados en comprar, aún propiedades que se comercializan en dólares. La venta sostenida de departamentos por el sistema de Fideicomisos, entiendo que es también una muestra de que los ciudadanos creen que esta crisis se superará y están esperanzados en el futuro de nuestro país.
Pero ahora ha quedado claro, para la gran mayoría, que estábamos gastando más de lo que producíamos y que ésta es la causa fundamental de la gran devaluación de nuestra moneda. Y en este contexto, el presidente redobla la apuesta y realiza un ajuste superior a lo comprometido