Opinión
La selección y un ejemplo de clase mundial
Las máquinas de coser no paran en la tarea de bordear la tercera estrella en la camiseta de la selección argentina de fútbol. Luego de 36 años se obtuvo un merecido campeonato del mundo. El logro es de Scaloni y los 26 gladiadores que trabajaron para cumplir un sueño. El de todo un país que hace rato no tiene una alegría colectiva como pueblo.
Este ejemplo nos debería llamar a la reflexión. Para conquistar un título del mundo se necesitan 4 años de preparación, clasificar, y competir con los mejores. Se asemeja a los ciclos de la democracia en la argentina. En el mismo espacio temporal se eligen nuevas autoridades para conducir los destinos de una nación que desde la década de los 80, último logro deportivo en México, no para de producir endeudamiento externo e interno, déficit fiscal, debilidad institucional, y fragmentación social.
Este equipo ganador, nos deja muchas enseñanzas que podríamos analizar en términos de diferencias.
En la Argentina no existe “plan de juego” (estrategia) porque no hemos definido una visión país que nos enamore a todos (que queremos lograr). Ni siquiera estamos en vías de su construcción. Tampoco hemos podido definir una misión y traducirla en términos productivos, económicos y financieros (cuál es nuestro estilo de juego, a que queremos jugar). Siempre se ha dicho que la Argentina tiene la capacidad de fabricar alimentos para el mundo, pero no terminamos de producir la sinergia necesaria entre el campo, la logística, la cadena comercial, los gobiernos, y las fábricas. Sólo se buscan excusas y culpables sobre la presión impositiva, el gasto público y la inflación. Tampoco hemos definido los valores (transpirar la camiseta, dar el máximo, el equipo por sobre los nombres) que se necesitan para construir una república desarrollada, más bien, los hemos deconstruido para fomentar la cultura de la dependencia, del sálvese quien pueda.
La selección se preparó para ganar la copa del mundo. Nuestro país se cerró a la competencia internacional. Prefiere aplicar un sistema de “sustitución de importaciones y precios máximos” que produce más inflación y repercute en la calidad de las materias primas y por ende en el producto final. Esto en términos futboleros sería como querer salir campeón sin saltar al campo, obtener el título por decreto. Es no querer jugar por temor a perder.
En la selección, “no se jugó para Messi”, “se jugó por Messi” y por la gente. En la argentina se vive de la grieta, se juega para ganar una elección y conservar el poder, se juega utilizando a la gente. La selección tuvo un conductor de grupo humilde, seguro de sus convicciones. Se equivocó en algunos planteos, pero corrigió a tiempo, y no le tembló el pulso para hacer los cambios que el equipo necesito sin por eso desarmar la fraternidad que había creado, pilar fundamental del logro.
Cuanta diferencia con los gobiernos sean estos nacionales, provinciales o municipales con mandatarios que caminan en círculos, giran en falso, y que se encuentran lejos de reconocer con humildad, su escasa preparación. Siguen insistiendo en ejercer el liderazgo a pesar de no tener nada para entregar.
Por último, este grupo de jugadores, mantuvo su independencia separando la coyuntura local del éxito deportivo. Es estar en el extremo opuesto de la política casera que intenta sacar provecho de cualquier situación, “robándose la foto con el campeón” aunque no se hayan hecho los méritos suficientes para estar en el cuadro de honor.
Esta selección argentina nos ofrece un ejemplo que podemos copiar sin temor a avergonzarnos. Producto de su trabajo y el esfuerzo, la cotización de cada integrante ha aumentado su valor entre un 25% y un 600%. Si queremos mejorar la calidad de vida en nuestro país, aumentar el PBI per cápita como los jugadores, tendremos que animarnos a competir con reglas de juego claras. Perderemos algunos partidos sin dudas, nadie dirá que es tarea fácil, pero al finalizar el campeonato, el premio será mayor. Las bondades del mundo desarrollado, su calidad de vida para los ciudadanos, requieren responsabilidad, orden institucional, sacrificio y coraje. Nada se gana desde el facilismo como muchas veces nos quieren hacer creer desde la política arcaica, diciéndole a la gente que el “estado protector” salvará sus vidas. Un estado que ni siquiera puede cumplir con sus obligaciones básicas como la salud, la seguridad, la justicia, la educación.
Para volver a la senda del desarrollo, habrá que empezar de nuevo como lo hizo la selección de la mano de Scaloni y su capitán. Un Messi que luchó por sus sueños, nunca bajó los brazos a pesar de sus dificultades físicas en sus comienzos, y siempre mantuvo el nivel de calidad, por eso hoy casi al final de su carrera, puede disfrutar de los logros, y compartir con nosotros y de manera desinteresada, un poco de su éxito. Felicitaciones selección, y gracias por mostrarnos un camino a seguir. Son el ejemplo que estábamos necesitando para despertar, unirnos, y ponernos a trabajar en serio, por un país de clase mundial.
*Autor: Planeamiento Estratégico y Control de Gestión Sustentable. Creando pymes con futuro.
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