El lugar de la empresa en la familia empresaria
Las familias deben lograr la comprensión del impacto futuro de sus acciones, y saber que lo que las acciones de hoy van a tener consecuencias el día de mañana.
Sergio Messing
[email protected]
“Ve todo esto que está aquí. Todo esto lo hice para mis hijos. Yo siempre se los digo”, dice Oscar dentro de un largo monólogo que desarrolla dentro de la conversación que tenemos en una entrevista.
Oscar tiene 70 años, está casado con Clara, y tienen tres hijos, dos mujeres y un varón, de entre cuarenta y cinco y treinta y ocho años. Los cinco trabajan en la empresa, que alquila y vende maquinarias para la industria de la construcción desde hace cuarenta y tres años. Tanto él como ella hicieron muchos esfuerzos, y aún los hacen, para que la empresa creciera y se mantuviera en el lugar de liderazgo regional que hoy ocupa.
Sus hijos se criaron dentro de la empresa. En los galpones, arriba de las máquinas. Jugando y “haciendo mandados”. En vacaciones iban a “ayudar” a sus padres. Los tres terminaron la escuela secundaria e ingresaron a hacer alguna tarea. Oscar y Clara les plantearon que si era lo que ellos querían, no tenían ninguna obligación de estudiar. Los tres se enfrentaron a esa misma situación a los dieciocho años, saliendo de la adolescencia y, por supuesto, eligieron trabajar.
Los hijos de Clara y Oscar han vivido escuchando, viendo y participando de una dinámica en la que la empresa fue la protagonista central de la familia, y es muy posible que sus elecciones hayan sido condicionadas por esa forma de vivir la historia. A veces sin dar lugar a que surgieran las verdaderas vocaciones. Otras, imponiéndose por encima de ellas.
“Nosotros queremos que nuestros hijos elijan con total libertad, así que de la empresa no le hablamos nunca. Es más, ni siquiera han ido a la fábrica” dijeron Mario y Carina cuando tuvimos la primera entrevista de contacto que luego fue una extensa relación de trabajo.
Ellos son propietarios de una industria alimenticia de la provincia de Córdoba que fundaron hace veinte años. Desarrollaron un producto innovador que tuvo una gran demanda en todo el país, y desde hace cinco años están exportando. Tienen cuatro hijos de entre diecisiete y seis años, que están cursando sus estudios.
Los hijos de Carina y Mario no conocen la empresa, no han ido nunca a ella. La conducta férrea de los padres ha sido siempre dejar la fábrica “fuera de casa”. Cada uno de los cuatro se ha ido formando la idea que ha podido, de acuerdo a su imaginación, y cuando han preguntado algo la respuesta recibida ha sido que ya se enterarían en el momento oportuno.
La empresa familiar ha sido siempre un gran ausente en la familia, y los hijos crecieron con la realidad de que era eso que le “quitaba” a los padres, que era donde estaban cuando no estaban en casa. Que a pesar del esfuerzo que hacían sus padres por ocultarlo, muchas veces era la empresa la causa del enojo que ellos traían. La relación que desarrollaron con la empresa es de desapego y de distancia, ya que no formó parte de su historia, porque sus padres se la evitaron.
Con la mejor intención
Los padres propietarios de empresas, a veces tienen conductas respecto de sus hijos cuyas consecuencias son inversas a las deseadas. Si lo que buscan es que sus hijos decidan con libertad su futuro, y por lo tanto la relación que van a tener con la empresa, deben cuidar a lo largo de toda la vida, desde sus nacimientos, de que la empresa no sea percibida ni como una obligación ni como un fantasma.
Es imprescindible entender que los hijos desarrollan la relación con la empresa familiar, como con todo lo otro que forma parte de la familia, desde el momento en que nacen. Por lo tanto, los padres deben actuar conscientes de esa situación, de acuerdo a los valores, los principios y los objetivos que cada familia elija para sí.
La experiencia de trabajo indica que un acercamiento de conocimiento y afecto de los hijos para con la empresa, sin presiones ni exigencias que no se correspondan con la etapa de la vida que están atravesando, con respeto y cuidado de las vocaciones que los chicos vayan poniendo de manifiesto durante la infancia y adolescencia, permitirá que llegado el momento puedan hacer una elección con libertad y convicción.
Clara y Oscar levantaron la empresa desde cero, al igual que Carina y Mario, porque esa era su vocación y su posibilidad. Tuvieron la oportunidad, hicieron esfuerzos, corrieron riesgos, desplegaron talento, tuvieron suerte. Lo hicieron pensando en ellos. Pensaban si en darles una vida confortable a sus hijos. La cercanía o la distancia que eligieron para la relación entre sus hijos y la empresa, canceló la libertad de elección. Y eso no es recomendable ni para la familia ni para la empresa. Tener sucesores que no eligieron serlo, o no tener sucesores por no haber dado la oportunidad, son situaciones que traerán problemas complejos en el futuro, y cuya solución será siempre costosa.
Quizás, algunas sugerencias puedan ayudar:
• La presencia de la empresa dentro de la casa tiene que ser equilibrada, tanto en calidad como en cantidad. Que se hable un poco, pero que se hable. Que se hable de lo malo, pero también de lo bueno. Que la empresa sea parte de la familia para que los hijos puedan desarrollar una relación natural y sincera.
• Los hijos tienen que conocer la empresa. Su historia, sus actividades, algunos procesos. Esto permitirá que se formen una idea aproximada de la realidad, y que el día de mañana tenga fundamentos para tomar una decisión respecto de su futuro. No podrán elegir con libertad sobre algo que no conocen. Ir cada tanto, “darse una vueltita”, conocer como es el proceso de producción, etc. No hablamos de hacer un curso de inducción como si fueran empleados recién incorporados, ya que eso sería una exageración. No podrán elegir con libertad sobre algo a los que ya se los incorporó.
Los hijos irán construyendo la relación que quieran y que puedan con la empresa que es propiedad de la familia. Para que ese vínculo sea sano, primero para ellos, después para la familia y finalmente para la empresa; es necesario lograr que mantengan una distancia cercana que facilite, sin condicionar, la elección en el momento en el que tengan que hacerla.
Generar las mejores condiciones para que lo hagan, y por supuesto, nunca hacerla por ellos.
Complejo pero posible. Más sencillo si se busca ayuda.
Continuará…
Los padres propietarios de empresas, a veces tienen conductas respecto de sus hijos cuyas consecuencias son inversas a las deseadas. Si lo que buscan es que sus hijos decidan con libertad su futuro, y por lo tanto la relación que van a tener con la empresa, deben cuidar a lo largo de toda la vida, desde sus nacimientos, de que la empresa no sea percibida ni como una obligación ni como un fantasma.