El desafío de revertir
Conocer el problema es indispensable para buscar una solución, que sin duda no es fácil de lograr, pero me permito acercar alguna idea.
Ing. Alberto Bottai
En nuestros días, se conoce popularmente como “relato”, la particular visión de la realidad que el gobierno tiene de los acontecimientos e indicadores de nuestra economía, visión que hasta muy recientemente, además del discurso de las autoridades, contaba con el aval de organismos especializados en explicitar la verdad estadística (Indec), pero que en realidad, la deformaban. De esa forma, se nos informaba de la exitosa marcha de nuestra nación y de logros en distintos campos que no eran tales.
Pero si bien esta práctica fue utilizada profusamente en este período de gobierno, entiendo que los Argentinos ya contábamos con antecedentes de vivir en una suerte de sueño alegre que no se condecía con la realidad y del que no es responsable este gobierno.
Así, recuerdo un artículo que por los años 70 firmaba Mariano Grondona donde hablaba de un extraterrestre que porque se extinguía su planeta, debía refugiarse en otro para poder sobrevivir y eligió la tierra. Como en esta ficción el protagonista podía tener acceso a las leyes de los distintos países, había elegido Argentina para radicarse por cuanto existía por ley el salario mínimo vital y móvil, salario familiar, vacaciones y otras conquistas sociales que carecían otras naciones. Sin embargo, ya en esa época el nivel de vida de nuestros ciudadanos era inferior al de naciones que no contaban con esa legislación. Yo me pregunto: ¿No es esto realmente el mismo “relato” pero legislado?
Y así, tenemos una larga lista de deseos insatisfechos que hemos incorporados en la última reforma de la constitución y que otorgó a los Convencionales Constituyentes una paz interior que, sin embargo, no logramos alcanzar los ciudadanos Argentinos, pero elevó el “relato” a la jerarquía constitucional con lo estipulado en el Art. 14 Bis (derecho al trabajo, a una vivienda digna, etc.), aunque en la práctica los piquetes impiden a los ciudadanos gozar simplemente de la libertad de circular estipulada en el Art. 14.
Y si nos remontamos a 1939, entiendo que José Ortega y Gasset se refería a este fenómeno típicamente argentino cuando nos decía; "¡Argentinos! ¡A las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que dará este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente”.
Hasta aquí, solo hemos enunciado el problema. Pero conocer el problema es indispensable para buscar una solución, que sin duda no es fácil de lograr, pero me permito acercar alguna idea. Si estamos de acuerdo con este diagnóstico, admitamos que dimos un gran paso en conservar por 30 años la democracia. Ahora que el gobierno es elegido por los ciudadanos, deberemos ser cuidadosos a la hora de votar, para tratar de elegir un gobierno apto y controlar su administración. Le exigiremos realidades y no palabras, honestidad y recordaremos que legislar “tontudeses” es, por lo menos, tan grave como incumplir promesas electorales.
Debo aclarar que no creo “tonto” aspirar a enunciado en el 14 bis, pero el punto es que para lograrlo debo crear las condiciones para iniciar un trabajoso camino cuya meta sea lo que aspiro. Si en cambio mi lucha se concentra solo en legislarlo redactando una grandilocuente intención, conspira con la eficacia de poder materializarlo y solo quedan palabras.
Creo que si nos ocupamos verdaderamente al elegir los gobernantes, podremos con mucho esfuerzo abandonar el “relato” e invito al lector a enriquecer la idea esbozada para buscar la mejor solución.