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El avance de la gentrificación en los destinos turísticos
El avance de la gentrificación en destinos turísticos como Bariloche transforma barrios, encarece la vida y desplaza a los residentes.
Hace unos días, regresé de mis merecidas vacaciones y no pude dejar de pensar en una problemática cada vez más visible: la gentrificación en los lugares turísticos. Este fenómeno, que se ha intensificado en las últimas décadas, transforma profundamente las ciudades que dependen del turismo, afectando tanto a sus habitantes como a su identidad cultural.
La gentrificación se refiere al proceso mediante el cual barrios tradicionalmente habitados por comunidades de ingresos medios o bajos experimentan una afluencia de inversiones y residentes de mayor poder adquisitivo. Este cambio suele ir acompañado de políticas urbanas que buscan revalorizar la zona, pero que paradójicamente terminan desplazando a los residentes originales debido al aumento en el costo de vida y la transformación del entorno.
¿Qué hay detrás de un nuevo barrio “cool”?
La aparición de barrios "de moda" en ciudades turísticas es el resultado de una serie de factores interrelacionados. La inversión privada juega un papel crucial: desarrolladores inmobiliarios identifican áreas con potencial para convertirse en polos de atracción turística. Estos proyectos suelen enfocarse en la construcción de alojamientos boutique, restaurantes exclusivos y tiendas de diseño, dirigidos a turistas y nuevos residentes con mayor poder adquisitivo.
Sin embargo, este proceso de transformación urbana no solo modifica la infraestructura física del barrio, sino que también altera sus dinámicas sociales. Las comunidades locales, que durante años han tejido redes de apoyo y convivencia, se ven fragmentadas. Los comercios tradicionales, incapaces de competir con los nuevos establecimientos, cierran sus puertas, llevándose consigo parte de la historia y cultura del lugar. La especulación inmobiliaria eleva los precios de las propiedades, haciendo inaccesible la vivienda para los antiguos residentes.
Bariloche. Un ejemplo palpable de transformación
En Bariloche, ciudad emblemática de la patagonia argentina, este fenómeno se manifiesta de manera palpable. Zonas que históricamente fueron accesibles para residentes de clase media o baja están siendo objeto de una intensa revalorización inmobiliaria. La construcción de complejos turísticos de lujo y la proliferación de emprendimientos gastronómicos exclusivos han redefinido el paisaje urbano.
Lugares que solían ser puntos de encuentro comunitario, como plazas, centros barriales o pequeños mercados locales, ahora se transforman en espacios orientados al consumo turístico, desplazando las actividades y los habitantes locales. Imaginemos a una familia que ha vivido durante generaciones frente al lago Nahuel Huapi, ahora enfrentada a la presión de vender su hogar debido al aumento del valor de la propiedad y a la dificultad de mantener su estilo de vida en una economía cada vez más orientada al visitante.
El impacto de la gentrificación es multifacético. En el ámbito urbano, se observa una renovación de infraestructuras y espacios públicos que, aunque pueden embellecer la ciudad, no siempre responden a las necesidades de la comunidad local.
Económicamente, el aumento en los costos de vida y alquileres expulsa a los residentes originales, quienes se ven obligados a trasladarse a zonas periféricas con menos servicios y oportunidades.
Desde una perspectiva sociocultural, la gentrificación erosiona la identidad del barrio. Las tradiciones y costumbres locales se diluyen ante la homogenización cultural que acompaña a los nuevos desarrollos orientados al turismo. En Bariloche, familias que han vivido allí por generaciones enfrentan el desarraigo, viendo cómo sus hogares y espacios cotidianos se transforman en vitrinas de una cultura superficial que poco tiene que ver con su historia.
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¿Cómo se dispara este proceso?
La irrupción de plataformas digitales como Airbnb o VRBO ha acelerado significativamente los procesos de gentrificación. Propiedades que antes se destinaban al alquiler permanente para residentes locales ahora se ofrecen como alojamientos temporales para turistas, generando mayores ingresos para los propietarios. Esto reduce la disponibilidad de viviendas para la población local y eleva los precios, exacerbando la crisis habitacional.
Este fenómeno no es exclusivo de Bariloche. En Cancún, México, la conversión de viviendas familiares en alojamientos turísticos ha desplazado a familias de bajos recursos del centro de la ciudad. De manera similar, en Mar del Plata, Argentina, la gentrificación ha generado segregaciones sociales y espaciales, aumentando los impuestos y los valores de los alquileres, llevando al desplazamiento de los habitantes originales y a la estigmatización de barrios tradicionales.
¿Quiénes resisten ante la gentrificación?
La resistencia a la gentrificación ha tomado diversas formas en el mundo. Colectivos vecinales y organizaciones comunitarias se han movilizado para enfrentar el desplazamiento y la transformación de sus barrios. Estas iniciativas buscan preservar la identidad cultural, garantizar el acceso a la vivienda y mantener el tejido social.
En Marbella, España, las autoridades locales han implementado medidas como la creación de un registro municipal de viviendas turísticas y la restricción de su implantación en plantas bajas, con el objetivo de conservar el tejido social y comercial de los barrios. En Málaga, el movimiento vecinal "Málaga para Vivir" ha convocado manifestaciones masivas bajo el lema "Acabemos con el negocio de la vivienda", denunciando la especulación inmobiliaria que expulsa a los habitantes locales y precariza el empleo.
En Bariloche, comienzan a emerger movimientos de resistencia que buscan preservar el acceso a las playas, evitar el desplazamiento de residentes y mantener viva la identidad cultural de la ciudad. Aunque aún incipientes, estas iniciativas reflejan una creciente conciencia sobre la necesidad de proteger el patrimonio comunitario frente a las presiones del mercado turístico.
La resistencia a la gentrificación no es tarea sencilla. Implica enfrentarse a intereses económicos poderosos y a políticas urbanas que, en muchos casos, favorecen la inversión privada sobre el bienestar colectivo. No obstante, la organización comunitaria puede generar cambios significativos. La implementación de leyes de control de alquileres, la promoción de proyectos de vivienda cooperativa y la defensa del acceso público a los espacios comunes son algunas de las estrategias que han demostrado eficacia en distintos contextos.
¿Una nueva manera de urbanizar?
La gentrificación plantea un desafío profundo a la equidad en las ciudades turísticas. ¿Qué sucede con aquellos sectores que no son tan visitados? ¿Qué pasa con aquellos espacios que no son fotografiados? Es necesario repensar los modelos de urbanización, priorizando el acceso equitativo a los espacios públicos de calidad, evitando que el desarrollo se convierta en sinónimo de exclusión y exclusividad. La verdadera modernización de una ciudad no debería medirse por su capacidad de atraer capitales, sino por su habilidad para integrar a todos sus habitantes en el proceso de transformación.
Bariloche, como muchas ciudades en el mundo, se encuentra en una encrucijada. Puede convertirse en otro ejemplo de exclusión urbana disfrazada de progreso, o liderar un nuevo modelo que armonice el turismo con el bienestar de quienes han hecho de la ciudad su hogar por generaciones.
La pregunta final no es solo quién gana o pierde con la gentrificación, sino qué tipo de ciudad queremos construir para el futuro. ¿Una ciudad que se rinde ante las fuerzas del mercado; o una comunidad que, sin renunciar al turismo, defienda su esencia y su derecho a ser habitada por todos y no solo por quienes puedan pagar el precio de la exclusividad?