Color esperanza
Y finalmente la Argentina tuvo el cambio de gobierno. Si, después de 12 años de hegemonía Kirchnerista, nuestra República optó por un importante cambio en su conducción.
Si analizamos lo ocurrido, aunque la historia de estos años es muy reciente, tenemos la ventaja de haberla vivido y de tener datos reales sobre los hechos ocurridos. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que, entre otras cosas, hubo casi abundancia para todos, permitido por los buenos precios de lo que la Argentina exportaba y cuando esto declinó, el saqueo de las AFJP, cajas previsionales, reservas, y distintos modos de endeudamientos.
Es decir, los de menores recursos, se vieron compensados por subsidios y planes sociales que le permitían vivir aun trabajando poco. El plan de asistencialismo, los empleos creados en el sector público y empresas del estado, sumado al abaratamiento que las nuevas tecnologías produjeron en el mundo sobre electrodomésticos, telefonía, Internet, etc., generaron un confort que este grupo nunca había gozado.
Por otro lado, los de mayores recursos también tuvieron su fiestita. Hubo épocas donde podían comprar emblemáticos automóviles importados más barato que en su país de origen y también resultó más que conveniente viajar por el mundo con un costo similar al de nuestro país, bancado por un dólar tarjeta cuyo recargo descontaban de ganancias.
No debemos olvidar que los subsidios de las tarifas eran para todos, pero aquellas personas o empresas que producían los bienes que nos permitían estos excesos, solamente algunos pocos.
Así se creó un enfermo por drogas, pero que, con un sutil aumento progresivo de la dosis, fue deambulando con cierta entereza hasta la fecha de las elecciones, pero agravando su estado de salud. En otras palabras, todos los profesionales de la economía conocen que el recurso de anclar el dólar y potenciarlo con el incentivo al consumo tiene una inexorable fecha de vencimiento. Y sin restar mérito a la estrategia y esfuerzo realizado por el nuevo gobierno, creo que su triunfo se debió fundamentalmente a que el enfermo no resistió la sobredosis que significaron la candidatura de Zannini y de Aníbal Fernández.
Hoy tenemos ese mismo enfermo pero con la sola diferencia que le hemos cambiado el cerebro. Es importante que reconozcamos esta realidad, que nuestro país es un paciente al que le deberemos dedicar cuidados especiales y darle tiempo para su recuperación.
Pero el cambio de cerebro y las primeras reacciones del paciente nos hace abrigar una sana esperanza, que por el futuro de nuestra querida Argentina, esperemos se concrete en realidad.