Desafíos económicos en China
Desafíos económicos en China y su efecto en América Latina
Impacto económico chino en América Latina: exportaciones y consumo debilitados, búsqueda de alternativas comerciales.
China, al borde de la deflación, enfrenta desafíos para alcanzar su objetivo de crecimiento del 5% en 2023. Las exportaciones en mayo cayeron inesperadamente un 7.5%, mientras que las importaciones, que ya habían disminuido un 7.9% en abril, retrocedieron otro 4.5%. Es destacable que mientras las exportaciones chinas hacia Europa y Estados Unidos están en caída libre, las ventas al mercado ruso aumentaron un 114%, convirtiéndose en el principal destino de las exportaciones de gas y petróleo de Rusia. Por otro lado, las importaciones de bienes estadounidenses en China han disminuido casi un 10%.
La posibilidad de sanciones contra China, ya sea por su estrecha relación con Rusia o por conflictos en Taiwán, lleva a Beijing a priorizar la protección de sus reservas internacionales y mantener un superávit comercial. Como resultado, el yuan chino ha sufrido una depreciación del 6% frente al dólar desde principios de 2023. Si las exportaciones disminuyen, también lo harán las importaciones, lo que afectará negativamente a América Latina y otras economías, generando preocupación en la región debido a las altas expectativas depositadas en la demanda china.
En los primeros cinco meses de 2021, el comercio total entre China y América Latina experimentó un crecimiento interanual del 45%. Sin embargo, debido a la política de "Covid-0" y otros factores, el comercio bilateral se desaceleró bruscamente en los primeros cinco meses de 2022, aumentando solo un 12.5%. En 2023, el crecimiento de los intercambios comerciales se ha limitado alrededor del 3%. Esto significa que el crecimiento de las exportaciones latinoamericanas hacia China ha pasado del 45% al 3% en solo dos años.
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Esta tendencia de desaceleración también se ha observado en países específicos. Por ejemplo, las exportaciones de Perú a China aumentaron un 58.4% interanual en los primeros cinco meses de 2021, pero este año solo han experimentado un incremento del 0.16%. Chile redujo su crecimiento exportador del 40% al 8% en el mismo periodo, mientras que Brasil pasó del 32.6% al 3.3%. Otros países latinoamericanos, como Colombia (-16.1%), Uruguay (-31.2%) y México (-1.96%), también han experimentado una disminución significativa en sus exportaciones a China en 2023.
Sin embargo, existen algunas excepciones relacionadas más con motivos geopolíticos o de seguridad alimentaria que estrictamente económicos, lo que revela nuevas tendencias en el comercio con China. Por ejemplo, Honduras ha triplicado sus ventas hacia China debido al establecimiento de relaciones diplomáticas, mientras que Argentina ha logrado mantener un crecimiento constante en sus exportaciones, especialmente de materias primas alimentarias. A pesar de ello, en general se observa una marcada desaceleración en las exportaciones latinoamericanas hacia China.
Las perspectivas de mejora a corto plazo en China son escasas, ya que los indicadores de consumo del país presentan los peores registros en décadas. El empleo urbano ha caído por primera vez desde 1962, y la tasa de desempleo juvenil ha alcanzado niveles superiores al 20%, comparados con poco más del 10% antes de la pandemia en 2019. Las ventas minoristas han registrado su segundo peor resultado desde 1968, con una disminución del 0.2% en 2022, y la renta per cápita disponible ha experimentado un aumento inferior al 3%, situándose en niveles mínimos desde finales de la década de 1980.
Estos datos desincentivan la importación de bienes de consumo, lo que a su vez afecta tanto al consumo interno como a las exportaciones. China podría recurrir a la inversión pública para estimular la economía, pero la deuda de las administraciones locales se ha duplicado en solo cinco años, y el endeudamiento a través de Vehículos de Financiación de los Gobiernos Locales (LGFV) ya representa el 50% del PIB. Además, la confianza del consumidor ha alcanzado mínimos históricos, lo que ha agravado los problemas en sectores sobredimensionados como el inmobiliario. En 2022, las principales promotoras inmobiliarias chinas redujeron sus ventas en un histórico 41.3%, según China Index Academy (CIA).
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Este escenario limita aún más los márgenes de inversión pública para estimular la economía, y la menor demanda externa debido a tensiones geopolíticas puede agravar el impacto negativo en el empleo si las exportaciones siguen disminuyendo. En este contexto, con un yuan en defensa, las importaciones se reducirán al mínimo necesario. El círculo vicioso se cierra con un consumo doméstico e inversión privada insuficientemente sólidos para impulsar el crecimiento en China.
El modelo económico chino, fuertemente controlado por el Estado, comienza a mostrar sus debilidades en un contexto global de tensiones y desconfianza con Occidente, así como de competencia estratégica con Estados Unidos. América Latina debe reconocer que el antiguo esquema de un crecimiento desenfrenado en China, con una demanda voraz y crédito fácil, que prevaleció durante más de dos décadas, parece haber llegado a su fin.