Roberto Norman:“El mejor negocio es ser honesto”
“En general se cree que Santa Fe es una ciudad de empleados públicos y nada más. No es cierto, acá está lleno de empresas prósperas y líderes nacionales en muchos rubros”…así de simple es para Roberto Norman responsable de uno de los íconos más querido del comercio local.
“Hace pocos días recorrí el Parque Industrial de Sauce Viejo y me sorprendió la cantidad de empresas que están construyendo enormes galpones e invirtiendo en medio de la actual incertidumbre económica. Realmente si hacen esas apuestas es porque la demanda y el movimiento de las mismas así lo requieren. Por lo tanto, celebro que sea así. Es una alegría ver a Santa Fe con esa performance”.
En su caso ¿cómo comienza la vida de negocios?
En mi caso, no quería ser empleado de la empresa familiar porque mi padre era muy duro. Y en verdad yo no quería tener jefe sino ser yo mi propio jefe. Cuando empecé con esto mi padre no quería saber nada con que yo tuviese “una tienda”. Él quería que yo fuera al escritorio a trabajar con él -si es que no iba a estudiar- pero, contra viento y marea, me largué y empecé.
¿Su padre tenía una empresa familiar?
Sí, la Agencia Marítima Norman Hnos., una empresa muy antigua que todavía existe. Son mis hermanos quienes hoy continúan en la actividad. En Santa Fe trabajan con los barcos petroleros -los únicos que en este momento están llegando a la Ciudad- pero también están muy bien instalados en Rosario, en Puerto San Martín, en San Nicolás. En un principio yo también formé parte de Norman Hnos. pero cuando nació La Herradura, en noviembre del año 65, me dediqué íntegramente a esto y acá estoy, hace cincuenta años.
¿Y por qué decidió invertir en este rubro?
Empezamos trayendo los mocasines de “Guido”. Yo tenía 18 años y visitaba asiduamente a unos primos que vivían en Buenos Aires, a media cuadra de la famosa zapatería. En ese momento, los mocasines Guido se hacían a medida, con el mejor cuero, la mejor suela y eran muy caros. No obstante, estaban de moda y cuando es así, la gente compra. Cada vez que viajaba a Buenos Aires me volvía con cuatro o cinco pares que me encargaban amigos. En una oportunidad, con un “Sisí” Edgardo Alzamora, pensamos en traer una cantidad. Le consulté a la gente de Guido, que ya me conocía, juntamos los pesitos que teníamos –yo recuerdo que vendí una motoneta que tenía- y trajimos como cien o ciento cincuenta pares. Primero alquilamos uno de los locales de la galería Ravigo, frente al Teatro Municipal. Eran locales finitos, de tres metros, como para revistas, muy pequeños. De a poco agregamos corbatas y camisas a cuadros, toda indumentaria que estaba de moda pero que en Santa Fe todavía no se conseguía. Una cosa trajo a la otra y al cabo de un tiempo nos fuimos a la galería Saguir donde estuvimos un año en el local de adentro y luego más de diez años en el local principal de la galería, que daba a la peatonal.
El nombre La Herradura ¿nace desde el principio?
Sí, cuando le comenté a mi padre lo que íbamos a hacer, traer los mocasines de Guido, él me respondió: “¡vos y tus amigos no necesitan mocasines, lo que necesitan son herraduras, son unos caballos que no estudian!” [risas] Nosotros estábamos buscando un nombre y me encantó “herradura”. Así nace. Me gustó porque está vinculado a la suerte y porque es un nombre criollo (en general este tipo de locales usaban nombres ingleses) Desde el año 65 fuimos creciendo y en el 70 decido comprarle la parte a mi socio Sisí Alzamora, con quien hasta hoy seguimos siendo muy amigos, como hermanos.
Luego surgieron nuevos emprendimientos…
En el año 74 hice un viaje a Europa y allá conocí lo que eran los country clubes. Había un tío mío que tenía un campo en Rincón, que lo quería vender. Eran ochenta y cinco hectáreas, todas sobre el río. En octubre del 74, con otro socio, resolvemos comprárselo y empezamos a hacer los planos y las subdivisiones para lo que hoy es el Naútico Ubajay Country Club. Fue el primer country de Santa Fe y de la zona. En ese mismo año también adquiero esta propiedad, donde hoy funciona La Herradura (San Martín 2673).
Actualmente ¿cómo se compone la empresa?
Mi mujer, yo y mis hijos; todos participan. Además, contamos con un equipo excelente de aproximadamente quince colaboradores que nos acompañan desde hace muchísimos años. Con algunos miembros de sangre y otros no, La Herradura se compone por una gran familia. Además del local en Santa Fe, recientemente, en diciembre de 2013, inauguramos una nueva sucursal en Santo Tomé. Alquilamos lo que era un chalet emblemático, perteneciente a la familia Dolfo, en Av. 7 de marzo al 1966. Lo interesante es que se respetó todo lo existente, el living, el comedor, el escritorio de la casa, con paredes todas revestidas en madera. Allí pusimos la ropa y todo lo de La Herradura, hombre y mujer. En otros momentos sí tuvimos otras sucursales, actualmente son estas dos.
¿Con qué premisa desarrolla el trabajo de su empresa, o bien, de cada cosa que usted emprende?
La premisa es mantener una tendencia ascendente, a mejorar, no tenemos que perder ese objetivo. Los últimos cincuenta años trabajé bajo esa condición; por eso lamento ver que en Argentina tenemos problemas de educación, de salud, la falta de justicia y cada vez más corrupción. En realidad, yo lo llamo “prostitución” porque la gente cuando se vende se prostituye, no se corrompe; la moral se corrompe pero la persona se prostituye. Dentro de mi empresa y de mi familia insisto en que la tendencia tiene que ser ascendente, a pesar de las crisis.
¿Cuáles consideran que son los factores que hacen a la perdurabilidad de una empresa en el tiempo?
La dedicación, el cariño y el amor del día a día para la actividad que uno realiza.
¿Cómo ve el rubro en la actualidad?
Pienso que cada sector marcha al compás del País porque estamos todos en el mismo barco; es decir, que cuando el país mejora, mejora el rubro, y cuando se frena igual. De todos modos, pienso que estamos bien ya que hay mucha evolución. En este sentido, la evolución tecnológica va mejorando la calidad de las prendas de modo notable. Cada vez se parecen a algo más artesanal; sobre todo en el nivel de ropa que vendemos. Trabajamos con las grandes marcas: Lacoste, Perramus, Etiqueta Negra, Tommy Hilfiger, Silla Argentina, La Martina, etc. Es tecnología que adquieren primero las empresas de punta y después van llegando a todos.
¿Perspectivas para el 2014?
Más allá de las crisis, permanentemente ponemos todo el esfuerzo y dedicación de nuestra parte. “Estar bien” siempre es el objetivo que buscamos tanto para nosotros como para nuestros clientes. Queremos sentirnos bien y vernos bien. Para eso, si es necesario, buscamos soluciones y alternativas como son los planes de. Hemos pasado muchas crisis y sin embargo, sostenemos el mismo rumbo. Como empresa trabajamos bajo un concepto amplio que no se limita al hecho de vender indumentaria sino que buscamos ofrecer a Santa Fe un espacio donde el cliente pueda disfrutar de las mejores propuestas a la hora de comprar, que se sienta asesorado profesionalmente y cómodo, como si estuviese en su casa.
¿En qué momento se da cuenta que se había convertido en un empresario?
Cuando en un momento dado, tenía cuatro locales; tres en Santa Fe y uno en Paraná. Eso implicaba una cantidad importante de empleados y muchas responsabilidades. En ocasiones las preocupaciones y la conciencia no te permiten dormir tranquilo. Sin embargo, uno acepta que ser empresario depende del propio espíritu y siempre tuve un espíritu emprendedor con los riesgos que ello conlleva. En el año 84, 85, además de La Herradura con varias sucursales tenía otros proyectos en marcha, construimos el Country Ubajay y la aerosilla en Los Cocos, Córdoba. Creo que “ser empresario” se siente en la naturaleza de uno mismo, quien anda con la nariz atenta, olfateando qué se puede hacer.
¿Ha decidido invertir en otros rubros?
Sí, todo el tiempo lo hacemos desde el negocio, de alguna manera profundizándolo. Así ha sido y seguirá siendo nuestro crecimiento. Este local, por su tamaño, nos da esa posibilidad; de hecho es una casa multirubro porque no sólo trabajamos con indumentaria sino también con accesorios, calzado, objetos para decorar la casa; todo lo que podemos ofrecer en lo que concierne a vivir bien, para hombres, mujeres y niños. Tiene que ver con proponer un estilo que implica calidad en el cómo vestir y cómo vivir. Ese es el objetivo que nos trazamos ya que creemos que todos lo merecemos y podemos disfrutarlo. En esta línea, mañana podemos ofrecer nuevas cosas. En otras palabras, nosotros crecimos incorporando rubros.
Si tuviera que aconsejar a alguien –seguramente ya lo hace con sus hijos- para invertir en este sector, ¿qué le diría?
Que en cualquier rubro que ellos tomen, si lo hacen con mentalidad empresarial, el cariño, la dedicación y la pasión que se requiere, van a ser exitosos. Podemos ver que se pueden desarrollar enormes empresas de helado o mayonesa, algo que cualquier señora hace batiendo un par de huevos. Es decir, de la cosa más simple se pueden hacer cosas muy grandes, en la medida en que se lo haga con mucha pasión, inteligencia y dedicación. El rubro de la indumentaria es uno más y probablemente sea uno de los más difíciles. Yo lo vivo de ese modo pero además, he leído que en materia económica, las grandes cadenas de indumentaria son calificadas como de altísimo riesgo. Hay muchas cuestiones que influyen que tienen que ver con las temporadas de invierno o verano, las modas, los talles, pero también con ciertos factores de imagen, sociológicos y carismáticos. En cambio, si uno vende repuestos de camiones, no hay frío ni calor. Este rubro tiene sus problemáticas específicas y eso lo hace un tanto complicado.
Si repentinamente decide retirarse ¿Cuál cree que sería su legado?
Siempre afirmo que el mejor negocio, para ser exitoso y ganar dinero, es ser honesto. Con todos aquellos con quienes uno se relaciona, con los empleados, los proveedores, los clientes, con todo el mundo. Esa pienso que es la premisa número uno para llevar adelante cualquier actividad. Para mis hijos o continuadores míos que como dijo Martín Fierro, “que no se olviden que los hermanos sean unidos, en cualquier tiempo que sea porque si entre ellos pelean, los devoran los de afuera”. Otra cosa muy importante es estar atento al grupo humano que trabaja, escuchar y hablar con todos porque cada quien tiene un aporte significativo para realizar. Si uno se queda sólo con su verdad, lo más probable es que cometa un error.
¿Alguna vez pensó en dedicarse a la política?
He tenido propuestas y sí, lo pensé. Últimamente me doy cuenta que la política está pobre de contenido porque tiene un objetivo demasiado materialista. Entiendo, por ejemplo, que se subvenciona el fútbol o Aerolíneas Argentinas, cuando las soluciones deberían pasar primero por quienes hoy más lo necesitan, aquellos que carecen de aguar, cloacas, pavimento. Deberían ser los únicos o los primeros en recibir subsidios. Siendo que yo tengo un pensamiento que tiende a lo liberal en materia económica, reconozco que carecemos de un sentido más social. Es decir, primeros los más necesitados, como nos recordo el Papa; después todo lo demás. No podemos estar desatendiendo necesidades básicas. Me dedicaría sólo por este motivo, quizás nunca es tarde.
Si pudiese retroceder en el tiempo, ¿cambiaría alguna de las decisiones que ha tomado?
Sí. Viendo el diario del lunes, las apuestas las haría al ganador [risas]. Sí, claro. La experiencia es el peine que a uno le regalan cuando se queda calvo. Debo agradecer siempre la compañía de mi mujer, el apoyo. No solamente el apoyo espiritual sino material y en todo sentido, porque hemos sido socios toda la vida y ella ha participado de todo mis emprendimientos y me ha ayudado mucho. O sea que no es mérito mío solo. También a mi hija Josefina que lleva más de veinte años conmigo, a Robert y a Tomás. Mis hijos se han criado mamando todo esto, por eso su opinión es muy valiosa. Eso es algo que no hay que desperdiciar; que los hijos sucedan y la familia continúe en la actividad, va mejorando claramente la cosa.
¿Tiene nietos?
Tengo nietos. Tres de Josefina y uno de Robert por ahora. Dos ya son hombres que también ayudan y participan con su opinión en la empresa más allá de que son estudiantes de medicina, continuando la tradición familiar de su padre que es un reconocido médico oftalmólogo de Santa Fe.
Celebro cómo está llevada la revista Puerto Negocios porque se ocupa de Santa Fe y yo soy un santafesino veneno, con lo cual me da mucho gusto que se hagan cosas por y para la Ciudad. Considero que Santa Fe tuvo un aletargamiento por muchos años y ahora veo que se va despertando y para bien. Tenemos una ubicación geográfica, un clima, tierras y recurso humano excepcionales; lo único que nos falta es ponernos de acuerdo y trabajar para tener una calidad de vida digna. Dios ha sido muy generoso con nosotros pero debemos ser exigentes porque curiosamente, el esfuerzo y el sacrificio dan felicidad.