Los insumos que faltan reflejan incertidumbres
La inversión en “ladrillos” es una de las más seguras en un país que se quedó sin dólares. Incluso quienes forman parte del club de los U$ S 50 mil millones “bajo el colchón” y poseen billetes verdes, tienen el incentivo de pasarse a inmuebles, hoy 22 % por debajo de su precio a valor constante respecto del pico de 2018.
Por Ignacio Hintermeister
Este cuadro, junto a un costo de la construcción que está por debajo un 35 % medido con el dólar oficial -según Reporte Inmobiliario- es un escenario que resulta alentador para una actividad que es fundamental en la economía, por su efecto multiplicador y porque su reactivación suele ser una suerte de profecía para que el resto también rebote.
Pero la recuperación tan deseada ha encontrado un escollo temprano en la falta de insumos. No sólo de importados, sino incluso de hierro y cemento, dos productos en los que el país se autoabastece. Alberto Fernández ha reaccionado anunciando que aplicará la ley de abastecimiento contra especuladores. Una herramienta legal pero poco efectiva, según cuenta la historia.
El presidente participó de los recientes actos por el día de la Construcción, pero afronta un mal momento en su relación con el resto del empresariado. El impuesto a la riqueza ha tensionado el mal vínculo con el campo, justo cuando se intentaba acordar en torno al plan agroindustrial, que acercaron las cadenas de valor a pesar del enojo ruralista y a favor de una soja que se recuperó hasta casi U$ S 440 la tonelada.
También se precipitó el malestar en la Unión Industrial Argentina, cuyos actores centrales apoyaron el cambio de gobierno el pasado año. Miguel Acevedo, titular de la central fabril, dijo que la relación está desgastada. Eso después de las reiteradas quejas de los fabricantes de alimentos, que acusan trabajar a pérdida. Es una explicación del debilitamiento de la política de precios máximos o cuidados.
En medio de las negociaciones con el FMI, el presidente mandó a Martín Guzmán a reunirse con la Asociación Empresaria Argentina; en el primer encuentro el ministro de Economía especuló que el nuevo gravamen a propuesta de Máximo Kirchner y Carlos Heller no pasaría Diputados. En la segunda ocasión, el ministro prometió que será por única vez.
Para el gran público se puede argumentar que el ajuste lo paga la deuda renegociada. Para los actores económicos, el anclaje del tipo de cambio -tras una “brutal” emisión- explica la falta de dólares en las reservas; la pérdida relativa del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones profundiza la recesión y la eliminación relativa de subsidios en las tarifas achica el consumo en otros sectores de la economía.
La inflación se ubicó en 3,8% en octubre al consumidor (4,8% en alimentos y bebidas), 4,7% en precios mayoristas y 7,8 % en materiales (respecto a setiembre). ¿Hay especulación en quienes producen insumos y en las cadenas intermediarias? Las señales económicas divergentes entre el presidente y su vice explican la incertidumbre política; la brecha con el dólar (el mercado de la construcción y el inmobiliario se guían con la divisa) sostiene la especulación de quienes suponen que la demanda relativa al sector incrementará valores del mercado.
La economía se solidifica con expectativas. Si el gobierno demora el acuerdo con el FMI, si no da señales claras de una administración política que haga un esfuerzo en común con el sector privado, si no logra coherencia puertas adentro del Frente de Todos, la brecha entre el dólar oficial y el blue -la piedra en la que tropieza la recuperación de la construcción- hará de los inmuebles un refugio cada vez más valorado, y de los insumos un recurso más escaso.