Ayer es tarde: ¿Cuándo pensar en el futuro de la empresa familiar?
Pensar con tiempo hace que pensemos mejor, que conozcamos las situaciones más a fondo y que planifiquemos contemplando todas las alternativas posibles.
Por Sergio Messing
“Es muy temprano para mi. Los chicos recién entran en el secundario. Tengo un montón de tiempo”, respondió Bernardo, dueño de una empresa dedicada a las tecnologías de la comunicación, en una charla sobre Sucesión en la Empresa Familiar que di en una cámara empresaria de nuestra ciudad. Él cree que para empezar hay que esperar que las situaciones estén más cerca.
“Nosotros no lo hemos conversado, pero sabemos que los dos pensamos lo mismo y que cuando llegue el momento va a ser fácil ponernos de acuerdo”, comentó Paula, socia de su hermano Oscar en una empresa metalmecánica de Rafaela, cuando conversó conmigo en un evento organizado por la Municipalidad de esa ciudad. Ella cree que ponerse de acuerdo es solo un trámite.
Las condiciones propias de su origen hacen que las familias empresarias vayan a enfrentarse con una serie de situaciones en la relación con la empresa, que son inevitables. Siempre, y para todos. Empezar a trabajar en ellas lo antes posible es ganar tiempo y reducir riesgos.
Puedo decir, aceptando ser juzgado como un exagerado, que el momento de empezar a pensar en el futuro de la empresa familiar es cuando nace el primer hijo. Si, ya sé, en ese momento el empresario está muy ocupado en pensar y hacer otras cosas como para dedicarle tiempo a algo que puede ocurrir dentro de más de 20 años. Pero, déjenme hacer la invitación.
Tener presente que las situaciones se van a presentar nos permitirá ir reflexionando sobre ellas, analizando con mayor amplitud y profundidad, pensando alternativas y generando las condiciones para darles posibilidad.
Las condiciones propias de su origen hacen que las familias empresarias vayan a enfrentarse con una serie de situaciones en la relación con la empresa que son inevitables.
Responder algunas preguntas nos ayudará a entender mi sugerencia:
· ¿Qué voy a hacer para que mis hijos puedan establecer una buena relación con la empresa?
· ¿Cómo voy a asegurar que mis hijos puedan elegir con libertad su futuro dentro o fuera de la empresa?
· ¿Qué espero dejarles a mis hijos cuando yo no quiera o no pueda seguir en la empresa?
· ¿Cómo voy a lograr que la empresa para mis hijos sea una oportunidad y no una obligación?
Cuando revisamos estas preguntas nos damos cuentas que lo único que falta para responderlas es: tener hijos, tener una empresa y tener tiempo. Las dos primeras condiciones, se supone, están dadas. Ahora hay que ocuparse de la tercera.
Las preguntas sobre la relación entre la familia requieren mucho tiempo, pero fundamentalmente, la responsabilidad de los mayores de enfrentar el proceso de responderlas, porque si no lo hacen ellos, otros, personas o circunstancias, lo harán en su reemplazo. Y probablemente las respuestas no sean las mejores.
Empezar a pensar, a conversar, a generar ideas, a compartir experiencias, a leer, a escuchar a especialistas, es la mejor manera de llegar preparados al momento de tomar las decisiones que el desarrollo de la familia y de la empresa nos exigirán.
Poder tener un plan para que nuestros hijos se formen en aquellos temas que la relación que cada uno elija con la empresa le vaya a exigir. Poder tener un proyecto y reglas de juego acordadas, claras y formalizadas para resolver las situaciones de tensión que la familia tendrá que enfrentar en su relación con la empresa. Poder diseñar caminos alternativos para resolver los imprevistos que se pueden presentar. Todo eso requiere de tiempo, paciencia y tranquilidad. Por eso, cuanto antes se empiece esta tarea, mejores resultados se obtendrán.
Todo eso requiere de tiempo, paciencia y tranquilidad. Por eso, cuanto antes se empiece esta tarea, mejores resultados se obtendrán.
Parece complejo, y lo es. Un poco menos si se busca ayuda.