Agrandar la empresa o achicar los bolsillos
Las familias crecen en cantidad de integrantes con el paso del tiempo, y las empresas de su propiedad casi nunca lo hacen al mismo ritmo. Algo hay que hacer con eso.
Por Sergio Messing
sm@messingconsultores.com.ar
“Todos quieren vivir con el bolsillo lleno, pero resulta que el boliche sigue siendo el mismo de siempre”, dijo Ramón cuando, en una charla organizada por una institución de Rafaela, contestó a la pregunta respecto de cuál era el principal problema de la empresa familiar que era de su propiedad.
Ramón es el dueño y fundador de una industria alimenticia de la zona, que con el tiempo ganó un lugar importante en el mercado regional. Tiene 82 años, una hija y dos hijos que trabajan en “la fábrica”, como él la llama. La tercera generación la integran catorce nietos, de los cuales doce están incorporados a la empresa en distintos niveles jerárquicos. Además, hay cuatro familiares políticos trabajando.
Resumiendo, hay veinte familiares trabajando en la empresa.
Cuando Ramón la fundó, trabajan con él, a la par de él, doce personas. Hoy, la dotación total es de cincuenta, es decir que casi la mitad de las personas empleadas son integrantes de la familia.
Ramón lleva más de cincuenta años al mando de la empresa, y eso le permitió construir un patrimonio importante, y llegar a mantener un nivel de vida elevado en términos de su significado financiero. Dicho de otra forma, Ramón vive muy bien y gasta mucho. Por supuesto, con todo el derecho que le da ser el dueño de lo que construyó.
Sus hijos y sus nietos también están acostumbrados a vivir bien. No como Ramón, pero nunca les faltó nada. Los nietos están llegando a una edad en la que las ambiciones económicas empiezan a ser importantes. Quieren casa, auto, la posibilidad de viajar, y otras cosas. Nada extraño, sobre todo cuando en la familia tuvieron un espejo en el que mirarse que los hizo pensar en que eso algún día sería posible.
Más allá de cualquier consideración de orden familiar, hay una realidad que imposibilita esa aspiración, que es que la empresa no genera lo necesario para que todos vivan como lo hace Ramón.
La familia que mencionamos, como la gran mayoría, tiene un ritmo de crecimiento determinado. Los familiares se casan, tienen hijos, estos crecen, se casan, tienen hijos, etc. A esto se agrega el fenómeno de que la gente vive cada vez más tiempo, con lo que las familias tienden a ser más numerosas; y las realidades de los nuevos tipos de familias (por ejemplo, las familias ensambladas), que también tienen la misma consecuencia.
El crecimiento
Está condicionado por muchos factores: el talento y la tenacidad del empresario, las condiciones del mercado, las condiciones de la competencia local e internacional, las situaciones políticas y económicas del país y el mundo, y un montón de etcéteras que podríamos agregar. El desarrollo no es un fenómeno natural, sino el resultado de la combinación de variables que determinan que una empresa evolucione a cierto ritmo y magnitud.
El desafío que enfrentan las empresas familiares es que su crecimiento tiene que ser a un ritmo y en una magnitud que se parezca al de la familia, si es que se pretende que los familiares mantengan el nivel de vida en el que se han criado.
Si esto no ocurre, el bolsillo de cada uno de los familiares no recibirá el dinero suficiente para financiar el modo de vida que alguna vez soñó tener. Y esto, es posible, producirá malestares, conflictos y disputas por el “pedazo de la torta” que cada uno se lleva.
No estamos hablando de derechos, de méritos, de esfuerzos. Nada de eso. Estamos haciendo una cuenta, haciendo matemática para la familia de Ramón. Si los veinte que trabajan en la empresa, y los que no lo hacen, pretenden vivir como vive Ramón, no podrán hacerlo porque “la fábrica” no produce lo necesario para que ello ocurra.
El desarrollo de la empresa familia se convierte así en un desafío ineludible que tiene que encarar la familia para que en el futuro disminuya la ocurrencia de conflictos. Para ello hay dos líneas de trabajo que hay que hacer lo antes posible:
• Desarrollar la empresa.
• Ajustar las expectativas de la familia.
Las alternativas para desarrollar la empresa son las mismas que para cualquier empresa, con el agregado de que la tendencia de las familias empresarias a autofinanciarse hace que existan recursos que permitan desarrollar nuevos proyectos. Así, diversificar los negocios, financiar los emprendimientos empresarios de algunos familiares, armar carteras de inversiones financieras, etc.; pueden “agrandar la torta”.
La familia de Ramón podría establecer normas para que el patrimonio de la familia financiara, bajo determinadas condiciones, proyectos de negocios propuestos por los nietos. A Ramón no se le ocurriría desarrollar una aplicación para teléfonos celulares, pero al marido de su nieta si, y no poder hacerlo por no tener el dinero suficiente. Financiar ese proyecto, prestando dinero o siendo socio capitalista, hace que haya uno menos que coma de “la fábrica” y que, a su vez, pueda aumentar los ingresos de los negocios de la familia.
Las expectativas de la familia son generadas a través de los años. Desde que nacemos vamos viendo cómo se vive, y cómo se relacionan los familiares con el dinero. Sobre esa base, imaginamos nuestro futuro, a lo que lo hacemos pasar por nuestras ambiciones particulares que, muchas veces, no están condicionadas por la familia.
Que cada familiar entienda cuales son los roles que podrá ocupar en el futuro en la empresa familiar, que derechos y obligaciones tendrá cuando ese momento llegue, y cuál será la compensación económica que reciba; hará que cada uno haya sido informado, conozca, y ajuste su forma de mirar lo que puede esperar de la empresa en el futuro, al menos en materia económica.
La familia de Ramón necesita trabajar muy intensamente porque ya pasó mucho tiempo, y los hechos son una realidad. Ya están todos adentros, son adultos con aspiraciones definidas, y la empresa es lo que es. Hablar con realismo, aunque resulte duro; plantearse desafíos colectivos, que serán muy motivadores; comprender los derechos que cada uno tiene, para poner límites a lo que los familiares esperan.
Complejo pero posible. Más sencillo si se busca ayuda.
Continuará …
El desafío que enfrentan las empresas familiares es que su crecimiento tiene que ser a un ritmo y en una magnitud que se parezca al de la familia, si es que se pretende que los familiares mantengan el nivel de vida en el que se han criado.